Carta a mis amigos:

Cada tanto, par de años en el medio, me gusta repulicar esta carta:

Carta a mis amigos:

Eran mas de las dos, menos de las tres, dormía mi niño… dormía mi dama y yo despierto como si el sueño, que cambié por whisky y cigarrillos, no volviera a conocer. Anduvo la muerte revisando los versos del poeta, mientras yo pasaba revista a mi pasado revolucionario; si quise cambiar el mundo, si quise ser de izquierda o de derecha, si de anarquista termine así, burgués y capitalista, falso socialista; de mi amor a los poetas, artistas y artesanos, de mi falso arte en la cocina, mi amor por el vino tinto, el fernet y las empanadas, a odiar cuanto signifique que hay para vivir una realidad menos compleja que la mía.

Es que los tiempos que hoy nos corren son difíciles de interpretar, representando la muerte de los sueños ni propios ni ajenos, vivimos el cambalache eterno como el estado natural del universo cósmico que no nos parece bien, ni mal, pero que ya nos da igual. De pronto, me colgué en recordar a un viejo que invento el By Pass, el mismo viejo que volvió a hacer patria abandonando todo cuanto los cualquiera pueden querer, el mismo que se pegó un tiro en el bobo cuando no lograba comprender si era el mundo que él no entendía o este último el que no había aprendido nada de él. Porque si no es el caso, que nos corra la miseria, miserables nos volvemos en realidad. La realidad que me recordó, tirada en el felpudo de la perra, que todavía quería vivir, jamás sobrevivir; porque sobrevivir era hasta entonces cosa de animales. Duerme, mi ángel, que vino a enseñarme qué era lo realmente importante. El tipo apenas si puede expresarse mediante el llanto y la riza y ya tiene horario para el baño, para el sueño, para la última mamadera… y me pregunto seriamente si no debiera ser al revés. Es que cuando miro esos ojos, cuando sostengo esa mirada desde la sonrisa hermosa del frágil cuerpo entre mis manos, me doy cuenta de que sé perfectamente que andamos dando vueltas de cabeza, por el lado equivocado, mirando el costado erróneo de las cosas. Siempre falta un poco mas o se tiene un poco menos, así aprendemos del vaso a medio llenar… porque lo cierto es que no está completo. Y yo, él, quizás vos también, queremos vasos llenos.

Enciendo un cigarrillo y otro mas, como Serrat, recordando las palabras del gran Ozzy- para que vean que así y todo sigo siendo un rockero…- que decía: “yo no quiero cambiar al mundo, tan solo quiero que el mundo no me cambie a mi”. Miré por la ventana esas homogéneas e inacabables estructuras que muestran lo infinitos y finitos que somos viviendo en estas jaulas de la civilización moderna; tan moderna que ya ni nos damos cuenta. Pensar que en cada ventanita, de cada casa y cada edificio,  hay un mundillo de ilusiones, de fracasos, de grandes ideas que mueren en el anonimato, de gente buena, de peleas, de actos sexuales, de gente maligna, de sueños infantiles y la enésima potencia de los etcéteras y yo creyéndome algo… algo que no le sea al cielo tan indiferente. La vida puede ser tan sencilla como la inteligencia del vasco que repetía orgulloso la importancia del concepto, porque lo que importa es el concepto, y el concepto… es eso, porque al fin de cuentas… qué carajo es el concepto. Cómo aceptar la normalidad de una sociedad donde hay que mendigar el trabajo mas que el cacho de pan, que ya no es barato, como si al fin el trabajo fuese algo tan bueno; que no digo sea malo, pero el trabajo no es el fruto, siquiera la cosecha, el trabajo es el arado, el sembrado, la eterna lucha contra la escarcha de los inviernos que parecen no acabar luego de un verano que perdí en un incendio. El trabajo es la mano callosa y no la caricia, no es el abrazo, no es el beso que sabe estremecer los órganos bajo mis pulmones entre mi mujer y mi hijo. Ese trabajo, que supuéstamente resume el «de algo hay que vivir», puede convertirse en cualquier cosa si ya es cosa de limosna. Hasta la esclavitud tuvo reglas mas claras, la prostitución del sexo tiene sus códigos, pero qué ley laboral puede contemplar la explotación intelectual a la que nos estamos sometiendo. Donde el jefe se lleva, de prepo, el derecho que no le dimos nunca a nuestros viejos, a nuestros hijos, a un hermano, a un amigo… que el jefe potencial nos pasa por la cuadra, disfrazada de pasarela, que nos lleva al matadero y cual una vaca nos damos con el mazazo en la cabeza; El burro es incapaz de comprender que nunca llegará a la zanahoria, ese es el chiste, se vuelve lento entonces, por eso se le deja morder una puntita de tanto en tanto; pero yo estoy mas que seguro que el tipo se empacaría de inmediato, si al emprender el camino no tuviese una zanahoria sobre su nariz… ¿Qué fue lo que pasó, será de tanto costumbrismo, nos sacaron la zanahoria y ni nos dimos cuenta. Cuándo dejaron de darnos la puntita, que nos daba el anterior explotador, esas from miami, cuándo dejamos de mirar hacia delante… cuándo podremos volver a caminar con la frente en alto, sin tener que andar mirando nuestros pies por temor a los soretes y los pozos?

He escuchado decir, he visto hacer tales y tantas barrabasadas en el nombre del pueblo como he sabido hechas en el nombre de dios, la muerte se disfraza de cruzada y la vida de campaña electoral; lo que no pude entender, en esta actualidad casi de vanguardia con tanto consumo, comunicación, cagadas y otras manifestaciones de las masas en la era de la globalización, es como si ya nadie cree ser dios hay quienes quieran representarlo y mientras nadie se siente representado por los dirigentes políticos todavía hay mas de uno que cree que es el pueblo. No existe el pueblo señores, lamento informarles, el pueblo se perdió junto con la religión, con la familia, con el amor, y un montón de valores demasiado manoseados por haber estado demasiado mezclados; con ideales olvidados tapados por el barro de una nube llena de exigencia, fuese para bien o para mal. Al pueblo le pegaron, lo pisotearon, lo metieron preso y peor que eso… cuando lo soltaron lo mató la indiferencia… porque para el pueblo lo que es del pueblo y si ha de tener virtud, esta anda disputando entre el desprecio y la indiferencia, ya que de seguro ha de ser miseria la virtud de todo lo que se haya llamado pueblo alguna vez. Como fue sino, que nos acostumbramos a mirar para otro lado mientras nuestros pares revuelven en busca del mango la basura, como fue sino, que dejamos de mirar siquiera a ninguna parte para dejar de considerarlos nuestros pares, pasando ellos junto con los pibes del poxi, los trapitos y los abuelos, por no seguir sumando gente, a ser parte de la escoria que en un acto de benevolencia podríamos llamar Marginación.

Cada vez son mas tristes las canciones de amor…. La ciudad de Paralamas: “Con sus brazos abiertos en tarjeta postal, los puños cerrados la vida real”. Bueno, nada puedo sumar a esta molesta e infructuosa descripción de cierta parte de la realidad que envolvió y envuelve nuestro andar que ustedes no percaten. Entendido el encendido de este fuego amargo, éramos todos gente buena y mientras el poncho sigue sin aparecer, me vendieron que me vendían boletas de lotería a ganador del buzón de la esquina… y me terminé sintiendo un tonto por no haber comprado nada en esa ganga. Llegué hasta acá, donde les escribo un mail por banda ancha quejándome de las quejas que me aquejan, mientras de reojo miro el río por la ventana del abrigado techo donde duermen mi hijo y mujer y, mientras soy conciente de todo ello… del platazo de ravioles que todavía se aferra junto a un par de vinos fingiendo un embarazo en mi ensanchado vientre, de lo blando que ando que me emociona una canción que dice: “yo no te pido que me bajes una estrella azul, solo te pido que mi espacio llenes con tu luz”… sé que he llegado hasta aquí votando al que nadie quería y tratando de confiar en el que nadie votó sin poder siquiera sentirme defraudado. 

He dicho casi siempre la verdad aun ante la ausencia de piedad y ha sido precisamente la piedad la que en algún inédito caso me haya hecho mentir; he defendido a mis compañeros en cualquier actividad como si fueran mis amigos, a mis amigos como si fueran mis hermanos y a mis hermanos los uso de sobretodo cuando salgo en la mañana. He hecho siempre lo correcto mandado por las leyes de mi corazón, porque todavía creo en el amor y en la concreción de nuestros sueños, porque sin proyecto no hay vida y sin sueño no hay proyecto, no hay ideas voladoras, no hay ingenio ni ilusión que pueda diferenciar el día del año mas allá de la vejez. Tal vez sea un poco idealista, tanto absolutista según mi mujer, que me dejo llevar por la pasión hasta la idiotez sin tener la suerte del idiota que vive feliz en su ignorancia. Pero puedo asegurarles que aun habiendo perdido tanto, tanto como perder se pueda, he ganado a la vida mas resultados de los entretiempos que de los partidos… y aquellos ojos que nombré anteriormente, tan parecida esa mirada a la mía que tiemblo de miedo, deberían ser prueba suficiente. Sabina escribió por mi… “digo siempre lo que pienso sin pensar en lo que digo”… y menos mal que aunque sea el lo hiciera de esa manera.

He llegado hasta aquí (antes escuchaba solo Deep Purple) consciente del estado mecánico imperfecto de una felicidad robada del consuelo ajeno y de una preocupación adquirida por el miedo al adrenalínico cambio que llenó de responsabilidades mi vida, donde me senté a escribir la canción mas hermosa de todas y terminé escribiendo un mail a mis amigos; en un acto de bulla revolucionaria perdida y encontrada en un suspiro de alma nueva que pasó por mi cuello. Si nada es ya ni blanco ni negro será que todo es gris, eso es a lo que me enfrento, a eso se debe este silencioso grito desesperado; escapando al engorde de un matrimonio prole y rutinario en un gimnasio de barrio, mientras olvido muchas cosas apuntadas al nunca y al jamás. Casí todo juramento eterno, de aquella revolución llamada adolescencia, se ha partido sin llamar la atención entre los llantos y las rizas de una nueva generación creada por mi cuerpo. Y es la reflexión señores: “será que he de dejar, utilizando su propio nombre como excusa, el mismo camino peor maltrecho que me han dejado a mi. Será que tenga que aceptar y transmitirle “ hijo, la vida es esta, está jodida pero es la única que hay”.

Todavía hay chicos muriendo por no tener un plato de comida y en la puerta de tu casa solés encontrarte con gente que revuelve la basura en busca del mango que ponga algo en la mesa algún día, en vez de asco debería darnos vergüenza y si podemos hacer algo, lo que sea para cambiar esta realidad… hagámos sin temor a las consecuencias… total… que mas dá… la buena obra del día te convierte aunque sea en un boy scout. El que no llora no mama, pero el que no mama es un gil… All is one… solo que All no se dio cuenta. «Que a nadie en el mundo le falte la cena».

 Gracias. Aldo BACCARO BsAs junio 2005.

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